Fortaleza.
Es lo que me recuerdo a mi misma cada vez que siento que nada va bien.
Fortaleza interior para poder superar todos los problemas que provienen del
exterior. Porque siempre he sido positiva y fuerte. Siempre he creído que con
una buena actitud se sale de todo. De todas formas... qué difícil es repetirse
esas palabras y aplicarse el cuento cuando eres tú la que está mal, cuando es
tu mundo el que se derrumba, cuando es lo tuyo lo que no va bien. Qué difícil
es decirse a una misma que todo saldrá bien, qué difícil es decirse que quién
no te busca no te merece, qué difícil es decirse que hay motivos para ser
feliz. Sobretodo es difícil si una misma tiene una idea propia de felicidad, si
una misma es tan cabezota que se autoconvence de que algo va a salir bien
aunque tenga todos los números de que no va a ser así.
Yo
sé que un bajón lo tiene todo el mundo, que se junta todo y parece el fin del
mundo pero que en realidad no lo es. Que dentro de mucho o poco tiempo me
acordaré de esta época y me reíre diciendo: “qué tonta”. Porque todo lo malo
pasa y luego viene lo bueno, la vida gira sin parar y no sabríamos lo buena que
es una época si no hemos pasado antes una mala. “Todo y llega y todo pasa”, que
dice el maestro. La vida es maravillosa y hay millones de cosas por descubrir y
si nos quedamos con los bajones, tocaríamos fondo y nunca más volveríamos a
salir. Es por eso que por muy difícil que parezca y por muchas ganas que tenga
de llorar prácticamente a todas horas, debo recordarme a mi misma que debo ser
fuerte, que se lo debo a mucha gente pero sobretodo a mi misma. Nadie dijo que
fuera fácil, pero creo que la época buena que luego a venir traerá su
recompensa.
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