lunes, 16 de febrero de 2015

Cruelmente injusto

El problema es que te vas sin avisar. Así, sin más, desapareces. No avisas, no llamas, no dices nada. Y me encuentro a mi misma recogiendo los pedacitos de ese algo que durante estos siete meses hemos estado construyendo. "Nada serio", decíamos. Pero tanto tú como yo sabíamos que detrás de "como estás" o "te echo de menos", algo iba creciendo. Sabíamos que detrás de cada viaje y detrás de cada reencuentro en el aeropuerto había una felicidad inminente que crecía cada día que pasábamos juntos, aquí o allí. Hay tantas cosas de tu vida que me has contado, con esa pasión y esas ganas que tenías de que supiera todo sobre ti. Hay tantos sitios que dijiste que me querías enseñar. Hay tantos viajes que dijiste que querías que hiciéramos. Hay tantos planes y promesas que creo que es por eso que estoy en una fase de negación. Me niego rotundamente a que solamente tú decidas que se ha acabado. Me niego a que me dejes con el caramelo en la boca. Me niego a que me hayas prometido la luna y te largues así sin más. Me niego y punto. 
No se hacen así estas cosas ¿sabes? No se le hace creer a una que realmente te importa, que es especial y que la valoras muchísimo y luego, de un día para otro, desaparecer. Porque así lo has hecho, de la noche a la mañana puf, te me vas. Te me vas sin decir nada. Y si me dices algo, seco, borde, sin ganas de hablar. Te me vas y aquí me dejas, sin entender nada. Perdida y muy desorientada. De pronto me doy cuenta de lo importante que eres y de lo mucho que te has colado en mi mente. Poco a poco, mensaje a mensaje, beso a beso, día a día. Ahora que estás irreconocible pienso lo mucho que te necesito cerca como antes, cariñoso como antes y atento como antes. 
No sabes lo que duele y frustra saber que no puedo hacer nada. Que lo decides tú y yo voy a tener que seguir adelante, porque la vida no para por nada y por nadie. Qué injusto, ¿verdad? Qué injusto que alguien se pueda levantar un día por la mañana y pueda decidir que ya no significas nada, o que ya no le interesas o que ya no le aportas nada y simplemente desaparecerse. Y tú quedas obligado a luchar contra el malestar, el corazón roto o lo que sea y seguir con tu via. Cruelmente injusto. C'est la vie
Pues te voy a decir algo: si te vas, no vuelvas. Lo habrás hecho muy mal, a mi me habrás dejado rota y sin entender nada, pero si me dicen que no es un no rotundo e infinito. No hay grises, ni medias tintas, ni quizás. No es no. Y ese "no, que es cien por cien tu decisión, no va a volver a ser sí si te vas del todo. Repito, si te vas no vuelvas. No a los "ni contigos ni sin tis" no a los "ahora que no te tengo me he dado cuenta de que te necesito". Rotundamente no. Piénsalo porque si decides este punto y final, habrá sido tu culpa y no hay vuelta atrás. Cuando vengas rogando a que vuelva te diré que fue tu decisión, que fue lo que quisiste y que yo no puedo estar volviendo a algo que una vez me hizo tanto daño. 

Pero por última vez, te voy a pedir que te lo pienses.

lunes, 9 de febrero de 2015

La rueda que nunca frena


Fortaleza. Es lo que me recuerdo a mi misma cada vez que siento que nada va bien. Fortaleza interior para poder superar todos los problemas que provienen del exterior. Porque siempre he sido positiva y fuerte. Siempre he creído que con una buena actitud se sale de todo. De todas formas... qué difícil es repetirse esas palabras y aplicarse el cuento cuando eres tú la que está mal, cuando es tu mundo el que se derrumba, cuando es lo tuyo lo que no va bien. Qué difícil es decirse a una misma que todo saldrá bien, qué difícil es decirse que quién no te busca no te merece, qué difícil es decirse que hay motivos para ser feliz. Sobretodo es difícil si una misma tiene una idea propia de felicidad, si una misma es tan cabezota que se autoconvence de que algo va a salir bien aunque tenga todos los números de que no va a ser así.
Yo sé que un bajón lo tiene todo el mundo, que se junta todo y parece el fin del mundo pero que en realidad no lo es. Que dentro de mucho o poco tiempo me acordaré de esta época y me reíre diciendo: “qué tonta”. Porque todo lo malo pasa y luego viene lo bueno, la vida gira sin parar y no sabríamos lo buena que es una época si no hemos pasado antes una mala. “Todo y llega y todo pasa”, que dice el maestro. La vida es maravillosa y hay millones de cosas por descubrir y si nos quedamos con los bajones, tocaríamos fondo y nunca más volveríamos a salir. Es por eso que por muy difícil que parezca y por muchas ganas que tenga de llorar prácticamente a todas horas, debo recordarme a mi misma que debo ser fuerte, que se lo debo a mucha gente pero sobretodo a mi misma. Nadie dijo que fuera fácil, pero creo que la época buena que luego a venir traerá su recompensa.